MADE IN AMERICA
Miguel Rojo, El Comercio (18-6-2012)
“Durante los años sesenta los ingleses descubrieron la poesía norteamericana del siglo veinte. Pero todo el lote a la vez –de Williams a Duncan y Snyder– ha resultado un poco indigesto. La gente en Inglaterra parece estar imitando esta poesía, pero no la están usando realmente. Espero que en los próximos años la digestión dé comienzo”. Esta es la cita de Thom Gunn que Jaime Priede trae muy oportunamente en el entrevista que hace a varios traductores de poesía norteamericana al castellano, y que aparece en el último número de la revista Campo de los Patos (Editorial Saltadera).
Si cambiáramos “ingleses” por “españoles” y años “sesenta” por “noventa”, la cita sería completamente válida y conveniente para definir lo que está ocurriendo aquí y ahora. Este retraso, lenguas aparte y falta de parentesco consanguíneo que en literatura siempre tira mucho, se debió también, como apunta Antón García (director y padre y madre de la revista), al hecho de que toda una generación en España fue dolorosamente marcada por la guerra de Vietnam y por el posterior “No a la OTAN”, lo que propició en muchos un rechazó beligerante ante cualquier manifestación cultural venida de USA.
Ahora las cosas han cambiado, menos dogmáticos y más sabios -¡o más resignados!- aceptamos con normalidad el papel preponderante que la literatura actual norteamericana (¿sólo la literatura?) ejerce en el mundo de la cultura; altar ante el que devotamente se hinca cualquier aprendiz a escritor como antes lo hacíamos frente a la literatura venida de París… Y si en el caso de la narrativa ya hace tiempo que son numerosos los autores norteamericanos que forman parte de nuestro canon literario (ahí están los imprescindibles Cheever, Carver, Bellow, Auster, DeLillo, Roth, Foster…), ahora, además, la atención se centra en la poesía.
Buena muestra de esto que digo es el interés que ha levantado en el mundillo literario la entrega de los números 3 y 4 de la revista Campo de los Patos (cuesta trabajo hablar de “revista” ante esta monumental obra de casi 800 páginas) dedicada fundamentalmente a la “Poesía Norteamericana”. Son numerosos los colaboradores que participan en ella, poetas la mayoría, que ejercen de traductores al asturiano de –por citar sólo algunos– Marianne Moore, Weldon Kees, Ted Kooser, Billy Collins… aparte de los ya habituales Walt Whitman o Emily Dickinson. Además, la revista nos muestra la realidad poliédrica de un país tan vasto y multicultural como es Estados Unidos incluyendo poesía latina escrita en castellano o poesía de los italo-americanos. También hay espacio para la poesía reivindicativa de la comunidad negra –Black Arts Movement– o de los originarios pobladores americanos en la voz de Sherman Alexie, uno de cuyos poemas no me resisto a reproducir por lo que muestra de universal que tienen las señas de pérdida de identidad de cualquier pueblo. La traducción al asturiano es de Laura Marcos:
“Nun tengo un nome indiu. / L’aire nun faló con mio ma / cuando nací yo . El mio corazón taba escondíu / embaxo les cáscares de nuez cambiaes / de sitiu. Faigo trampa pa sentir / el tocar de los tambores en pechu.”
La revista acoge además varios ensayos escritos por Martín López Vega, José Luis Argüelles, Pablo Antón Marín Estrada, Xuan Xosé Sánchez Vicente, Xabel Vegas, Adolfo Camilo Díaz… que nos acercan a esa realidad poética norteamericana, a sus espacios de influencia como la música o geográficos como la mítica librería City Lights de San Fracisco con Ferlinghetti asomado a la ventana pensando en el telegrama que le va a enviar a Ginsberg: “Te saludo al comienzo de una brillante carrera”.
Ochocientas páginas que dan mucho para leer y para disfrutar. Un trabajo espléndidamente hecho, ambicioso y cuidado en las formas que dejará al lector “rebosante” durante una buena temporada.